Conociendo su trayectoria vital (pública y privada), no me sorprendería e absoluto que el incendiario de los montes de La Gomera, directa o indirectamente, por acción o por omisión, fuera el presidente del Cabildo gomero. Con la administración de los recursos públicos destinados a paliar los daños causados por el fuego, Curbelo podrá mantener en activo durante una larga temporada a parte de su clientela natural y electoral: repartiendo jornadas de trabajo en precario y comprando voluntades, que viene a ser lo mismo que los votos cautivos. En tiempos de penuria presupuestaria, el fuego para Curbelo ha resultado ser una lotería.
¡Curbelo, dimisión!, fue el grito de rabia contenida que los manifestantes profirieron frente a la sede del Cabildo Insular. El 1 de septiembre se recordará en la Isla por ser la concentración más numerosa y solidaria de las celebradas históricamente en La Gomera. Hasta Rosa Montero le dedicó un sentido artículo en El País, exigiendo responsabilidades (gracias Rosa; amor, Rosa solidaria).
Qué fatalidad o qué maleficio se oculta detrás de la persona de Curbelo para que todas sus acciones recriminables haya quedado hasta ahora impunes. ¿Pudiera ser uno de tantos recaudadores, comisionistas o fiduciarios, de los que se nutre la financiación sucia del Partido Socialista? ¿O él se lo embolsa todo?
Llueve sobre mojado, muchos gomeros estamos hartos de un político –y de un partido que lo tutela- que, abusando de su condición, se ha escurrido y burlado en múltiples ocasiones de la acción de la Justicia. Hoy como ayer ha vuelto a incurrir en la nefasta temeridad de entrometerse en la gestión de los incendios: se rebajó a su instancia el protocolo de extinción del nivel 2 al 1, con las consecuencias fatales que acarreó, abandonando a continuación el escenario de los hechos, sin tener en cuenta la anunciada ola de calor y el consiguiente aumento de la temperatura y, para remate, anteponer el disfrute de sus vacaciones en la Feria de Málaga al interés general de la Isla.
En una de las conclusiones de la Comisión Parlamentaria que investigó el incendio del año 84, que costó la vida a 20 personas, se señala exclusiva y nominalmente a Curbelo y se dice textualmente: “la Comisión ha verificado que el reclutamiento de la población civil en la madrugada y mañana del martes del 11 de septiembre de 1984, se produjo indiscriminadamente, sin criterios de eficacia, con imprudencia y fomento del alarmismo. Acciones de éste tipo fueron fomentadas por el alcalde de San Sebastián de La Gomera, Casimiro Curbelo Curbelo”. La comisión estuvo manipulada y, en consecuencia, sus conclusiones fueron sibilinamente amañadas, edulcoradas y maquilladas, para librar de responsabilidad a Curbelo y a otros personajes socialistas de medio pelo. Pero, ¿Cómo es que el presidente que fue de esa Comisión, el diputado Ramón Jerez, existiendo indicios verificados de la comisión de delitos de imprudencia, no los puso en conocimiento de la jurisdicción penal competente y emprendió el ejercicio de las acciones procesales pertinentes?
Los vecinos de la capital insular se han convertido en un pueblo acobardado. En la concurrida manifestación se podían contar con los dedos de una mano. ¡Qué tristeza! El temor a que los veten en la concesión de un puesto de trabajo o cualquier otro tipo de estipendio mafioso en los que son expertos los socialistas gomeros, contribuyeron a que los ciudadanos de la capital, por temor a represalias se desentendieran de una causa tan justa y solidaria.
Otro sí, digo:
El precio, la recompensa o la promesa que el Parido Socialista ofertó al diputado Ramón Jerez por su trabajo de zapador como presidete de la Comisión de Investigación del año 84 fue la presidencia del Cabildo Insular. Promesa que se cumplió.
Empezaron apartando de la circulación política a los socialistas primigenios, genuinos; no se fiaban de ellos, resultaban molestos para sus fines. Terminaron por convertir la Isla en un foco rampante de corrupción pública.
El PSOE ha impedido con su voto que se constituya una Comisión Parlamentaria para investigar el incendio. La dirección del partido en Canarias nos ha mostrado la peor de sus caras. La grotesca cara bifronte, la de la indignidad y la de la infamia: éste es el Partido Socialista. Se ha tratado desde el primer momento de impedir que Curbelo y Rivero respondan por su imprudencia en la reactivación del incendio. Por su propia experiencia, que se lo pregunten a Julio Cruz Hernandez, natural de Valle Gran Rey (en mala hora nacido), secretario regional de organización y diputado socialista en el Parlamento de Canarias.