El 26 de noviembre - si no me pierdo en la cuenta,
del año cincuenta y cuatro - según dice la leyenda.
Sucedió que don Donato - se había traído de afuera,
magnífico burro blanco - que era la flor de la bestia.
Que lo quiere con delirio - y por cierto es cosa buena,
pero en este mismo día- la desgracia que lo ordena.
Sucedió que don Donato - quiso echar una azotea,
pero en este mismo día - no puede acarrear arena.
Le echaron cincuenta viajes - por una terrible cuesta,
y allegándose a la tarde - le pide al Cielo ‘pasensia’.
Ya el animal fatigado - y la comida escasea,
su amo le quitó el sillote, - pero no se daba cuenta,
de que estaba lloviznando - y le puede dar gangrena,
que a los dos pasos que dio - da con su cuerpo en tierra.
Hay que oír al caballero - del modo que se lamenta:
“Tú que por mi causa has muerto - es razón yo también muera”.
Al medio de estos lamentos, - allí la mujer se acerca
diciendo: “Antonio del alma, - tú que mis males remedias,
llamarás cuatro vecinos - que vayan a la carrera.
Avisen a don Francisco, - que le mande cuatro sueros
contra el pasmo y la ‘enfermiá”.
En esto llegó la hija, - un queso, una chica nueva.
Es tan poco delicada, - pero de mucha experiencia,
se acercó a tomar pulso. - Ha dicho de esta manera:
“Está muerto no hay remedio, - pedirle al Cielo ‘pasensia’.
Se acordaron al instante, - a la memoria les llega,
de que doble las campanas - un monaguillo cualquiera.
Avisen al de Conchilla - por si le queda más cerca,
y si acaso no está ése - atraviesen la Alameda.
Avisen con diligencia - al hijo’e Tomás Herrera;
y si no al de Jorge Díaz, - que vive por Las Hoyetas.
A no avisar al sorchante, - que ésta es la cosa más seria”.
Pero éste al enterarse, - de esta manera’e blasfemia:
“Esto de doblar por burros - se usará aquí en La Gomera;
en La Palma no se usa, - y ni oírlo yo quisiera”.