II
GENOCIDIO *
Porque el silbo desatado
repite por las veredas
que a la palabra del hombre
la ha mordido la gangrena.
Que a todo el que sea adulto
a la muerte se lo llevan
y en El Llano de la Villa
a la horca lo condenan.
Y a los niños y mujeres
arrastran con aspereza
hasta el vientre de las naves,
con grilletes y cadenas.
Y arcabuces y celadas
y morriones y rodelas
y desfiles de corazas
pisotean azucenas.
El aire inquieto maldice
mientras barre las laderas
y los nacientes del agua
asustados se refrenan.
Los viñátigos y loros,
los verodes y tuneras,
los barrancos y lomadas
están nublados de pena.
Traspasada de dolor
ya no canta La Gomera,
y Los Órganos cautivos,
inconsolables resuenan.
La Fortaleza no duerme.
Garajonay está en vela.
Lloran Los Chorros de Epina,
lloran el mar y la arena.
Que el tambor perdió la voz
de una bala traicionera
y a las chácaras cantoras
les han cortado las venas.
Ha caído roto el silbo
entre palmas guaraperas.
Sobre ríos de amapolas
liban luto mil colmenas.
Beatriz de Bobadilla y Pedro de Vera, mandaron ahorcar a todos los hombres que acudieron a San Sebastián, engañados por una convocatoria de amnistía, y vendieron como esclavos a sus mujeres y a sus hijos.