Perplejo por la trapisonda exculpatoria que se traen entre manos los degenerados socialistas gomeros, voy a recordar lo vivido cuando el fatídico incendio del 11 de septiembre de 1.984. La actuación de Curbelo, que por entonces era el alcalde de San Sebastian, fue muy parecida a la de ahora. Pasada la medianoche, con las campanas tocando arrebato, convocó a los jóvenes en la Plaza de la Iglesia. Sin pertrechar y sin la indumentaria apropiada envió a los jóvenes a sofocar el incendio. Las consecuencias de la temeridad: veinte carbonizados y otros tantos dañados. Durante los dos días que se llevó el controlar el fuego, Curbelo estuvo desaparecido, no se supo nada de su paradero, si estaba en la Isla o se había embarcado.
El Parlamento de Canarias constituyó una Comisión para investigar los hechos: todo fue un fraude escandaloso. Los socialistas formábamos la mayoría de la Comisión y todos, excepto yo, se aplicaron en la manipulación, la obstrucción y la ocultación de los hechos; para exonerar de responsabilidad a sus conmilitones gomeros. Lo mismo que está sucediendo ahora con el caso de los ERE en Andalucía.
El presidente que fue de la Comisión, el diputado Ramón Jerez, sacerdote del ocultismo, podría explicarnos más amplia y explícitamente lo sucedido, antes de que su consciencia –o inconsciencia- acabe por envenenarlo. Yo fui el único diputado socialista de esa Comisión que se rebeló, rompiendo la disciplina de partido. Para ser sincero, esta decisión me enfrentó con el aparato del partido; pero, por otro lado, me aportó un considerable alivio, una consciencia tranquila.
Un partido que obligue a cualesquiera de sus afiliados a conculcar la ética y a faltar a la verdad, para ese partido no vale la pena ningún rescate; es una indecencia.
Cuando ocurrió el siniestro, como parlamentario y consejero del Cabildo, me encontraba junto a mi amigo el Gobernador civil; en la visita que hizo a la Isla para inspeccionar el incendio que le arrebató la vida.
¡JUZGADO DE INSTRUCCIÓN, YA! ¡COMISIÓN DE INVESTIGACIÓN, TAMBIÉN!